¿Dónde quedó el súperclásico?

Es la pregunta que muchos nos hacemos, por lo sucedido en el cotejo entre Olimpia y Cerro Porteño.

Por Richard Maldonado.

Una vez más hemos presenciado un, hasta si se quiere decir, "bochornoso" arbitraje en el gran superclásico del fútbol paraguayo.

Se suponía en principio que todo sería una fiesta, se hablaba en la semana de cómo llegaban ambos equipos para el encuentro, de qué pasaría por ejemplo si el equipo de Jubero lograba la victoria. También eso se debatía en la vereda del frente con Garnero.

Tal situación NO pasó. ¿Por qué? Porque el que se llevó el espectáculo fue nada más y nada menos que "el arbitraje". Así de sencillo.

Oscar Velázquez, que fue designado para pitar su primer superclásico, defraudó y dejó una pésima imagen para el fútbol paraguayo.

Y sí, no se habla NADA del partido. Se habla más del trabajo realizado por Velázquez y sus asistentes en el juego.

¿Qué está pasando? ¿Qué pasa con el arbitraje en sí? Son las preguntas que todos nos hacemos. No precisamente perjudican al fútbol, también a equipos que invierten fortunas en el club, a jugadores, cuerpo técnico, que pelean cosas importantes.

¿Hasta cuándo dejarán de pasar estas cosas? Creo que es hora de que la Comisión de Árbitros y la APF pongan mano dura a esto que va de mal en peor.

Obvio que se entiende que fue su primer clásico. Leí muchos comentarios acerca de esto, pero ¿tiene que arbitrar 20 clásicos para estar preparado? Creo que no. Por algo está donde está, por algo se lo designa para pitar este tipo de eventos. Debería tener una regularidad en todo y, por sobre todo, estar preparado.

Lo que logramos con esto es que nos miren de otro modo con respecto al albitraje, dejando una pésima imagen. Logramos que cada vez sean menos los árbitros paraguayos que vayan a pitar al exterior por esto, por la falta de carácter y temperamento que necesita hoy en día un juez.

Como dije al principio, a Oscar Velázquez y a su equipo se les escapó el partido de las manos. Ojalá y sirva de lección. No precisamente para él sino para el albitraje en sí.